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El pueblo de Israel fue adoptado como hijo de Dios. El Señor le mostró su gloria divina; le dio los pactos, la ley, el culto y las promesas. Los israelitas son descendientes de los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, que es Dios sobre todas las cosas. ¡Bendito sea para siempre! Amén.

Entonces, ¿perdieron valor las promesas de Dios? No.

Lo que pasa es que no todos los que descienden de Israel son el verdadero pueblo de Israel.

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